Pintando alegría
Lo nuestro con el Ngongongare Primary School fue amor a primera vista. Nos enamoramos de Tatu, su directora, de Bundu, Greofrey, Elituliza, Frisa y todos los demás profesores. Pero, sobre todo, de los cerca de 700 niños que acuden diariamente al colegio procedentes de las aldeas cercanas.
Estos niños caminan una media de 6 km cada día para ir a la escuela (algunos descalzos). Estudian sin libros (algunos, hasta sin cuadernos). Comen un plato de makambe que no es más que maíz cocido con arroz o alubias (de nuevo, algunos). Practican deporte (sin ningún tipo de equipación). Y además ríen, saltan, cantan, bailan y regresan otros 6 km andando hasta casa.
Sin duda el mundo está lleno de pequeños super héroes anónimos. Como nuestra amiga Paula, que con tan solo 9 años nos dio una lección de solidaridad: cuando conoció la historia de los niños del Ngongongare Primary School, nos donó todo el dinero recaudado en su cumpleaños para ‘sus amigos de África’.
Gracias a ella pudimos poner más guapo al cole. Conseguimos rehabilitar y pintar la fachada principal de la escuela, así como la acera de acceso a las aulas.
Un nuevo sueño cumplido con el que además dimos empleo a 3 personas.
“Lo mejor de la vida no se planea, simplemente sucede”